La obra del diaconado se describe en el Nuevo Testamento, donde se emplea el término griego diakonos, del cual deriva la palabra «diácono». Este vocablo griego es traducido como: «servidor», «ministro», «asistente»; y entre los cristianos adquirió el significado especializado que ahora se le atribuye a «diácono».
Los hombres que llegaron a ser conocidos como los siete diáconos de la iglesia apostólica fueron elegidos y ordenados para servir en los asuntos prácticos de la iglesia (ver Hech. 6: 1-8). Los requisitos que debían cumplir, ligeramente menos exigentes que los de los ancianos, son enumerados en 1 Timoteo 3: 8-13.